Esteban Cortázar: la
feminidad flamenca y la estrategia efímera
Compases de flamenco resonando en las alas de la Escuela de
Medicina, a escasos metros de Odéon. Es el verano del diseñador colombiano
Esteban Cortázar quien, tras un breve escarceo en Nueva York, regresa al
calendario oficial de París ondeando una bandera en tonos pastel. Una apuesta
por el mestizaje, la sensualidad y sus orígenes latinos en la colección más
madura del creador cafetero hasta la fecha.
Mujeres como un soplo de aire fresco, tan ligeras como las
gasas transparentes y la seda que se deslizaba, cayendo como por descuido y
dejando al aire las clavículas de las maniquíes. Una primera serie, en tonos
empolvados y dorados, que dio paso a tops estructurados y un estudio del negro,
donde hubo hasta cabida para un alegato deportivo con unos revisitados
pantalones de ciclista. El blanco y los tonos pastel avanzaron degradados a lo
largo de una colección, que mas bien pareció una puesta de sol pintada en
acuarela. “Cuando era pequeño, mi padre siempre me decía que hay que tratar de
encontrar la naturaleza, así que se trata de contemplar una puesta de sol, un
amanecer. Entender estos colores y tratar de profundizar en ellos. Están ahí,
pasan desapercibidos y solo tenemos que detenernos a fijarnos en ellos”,
comentó un emocionado Esteban Cortázar en backstage tras el show.
La sensualidad fue el eje de una colección, con siluetas
femeninas y vestidos diseñados para realzar el cuerpo de la mujer, destacando
los acabados de flecos o los cortes asimétricos que dejaban intuir cinturas o
piernas infinitas. Un trabajo de redes y mallas que casi eclipsó los exquisitos
accesorios: de los bolsos aro o cinturones de inspiración herradura a las
elaboradas sandalias planas de nómada. Todo ello, a ritmo de “Malamente”, el
himno de la sensación del momento: Rosalía, a la que llaman la Beyoncé del
flamenco. Y ante la que Cortázar también ha caído rendido: “Es la música que
llevo escuchando todo el verano, la que ha formado parte de la inspiración de
esta colección”. A golpe de tacón flamenco: “tra, tra”.
Después de una fugaz experiencia desfilando en Nueva York
durante una temporada, el diseñador colombiano regresa a los orígenes. “Llevo
en París 10 años y es el lugar en el que se basa mi marca, con mi equipo
también aquí. Nueva York fue más bien una invitación”, comentó a
FashionNetwork.com, subrayando sus intenciones de continuar presentando sus
colecciones en la capital francesa. “En Nueva York hay más comercio, las cosas
van más rápido y la gente no presta atención a las prendas de la misma manera.
Fue una gran experiencia, pero prefiero presentar en París. Me encanta el
ambiente para crear los desfiles y la forma en que la audiencia retiene la
información”, concluyó entre sonrisas.
Y es que París, además de ser la ciudad que ha visto crecer
la marca, también ha sido el lugar que ha puesto al diseñador cafetero en el
foco mediático. Si bien fue el encargado de despedir la concept store Colette
antes de su cierre, con un escaparate dedicado a la tiendita colombiana en
plena Rue Saint Honoré; Esteban Cortázar también se hizo con un espacio
dedicado en Le Bon Marché el pasado verano, un pop up que giraba en torno al
realismo mágico que tanto caracteriza la literatura latinoamericana. “Se trató
de un espacio que me permitió crear un mundo alrededor de la colección, mostrar
la esencia de la marca y presentarla a nuevos clientes, para que descubran de
dónde viene la colección y la esencia de lo que soy”.
De hecho, estos proyectos efímeros forman parte del corazón
de la estrategia de la marca actualmente. “Estamos planeando varias pop up de ese
estilo con diferentes tiendas alrededor del mundo. Haremos uno para año nuevo
en Cartagena (Colombia)”, en la que asegura que seguirá introduciendo más ropa
masculina para, quién sabe si algún día, presentar una línea propia dedicada al
hombre de Cortázar. “Además, los pop ups y cápsulas nos permiten trabajar más
la parte sportswear, con el objetivo de ir agrandando nuestras colecciones”,
explica. La cuestión no es otra que combinar piezas dedicadas a las tiendas
efímeras, lo que en Cartagena será una mezcla de ‘tiendita’ colombiana y
chiringuito de playa, con colecciones que viajen. “La idea efímera crea el
concepto de colaboración, me fascina trabajar con diferentes equipos, algo no
estático, que viaje. No es fácil y requiere mucha producción, pero me encanta
hacerlo”.
Esteban Cortázar continua siendo una marca independiente,
con las ganas de un talento emergente y el dominio de un profesional
consagrado. Una estrategia de crecimiento dulce acompañada de diseños deseables
que realzan las raíces latinas. El horizonte es optimista para el colombiano.
Tanto como el amanecer de sus vestidos flamencos.
Foto-periodista:GONZALO ESGUERRA P.
corresponsal colombia
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