McQueen: mineralogía y moda
Seán McGirr invitó a los asistentes a la Galerie de Géologie et de Minéralogie para que conocieran su tercera colección para la casa McQueen. Al igual que las curiosidades científicas que albergaba el espacio, la colección parecía un poco desgastada por el tiempo, incluso polvorienta.
Está claro que McGirr tiene mucho talento para el diseño; se viste con ingenio y puede aprovechar con confianza el ADN gótico y celta que sustenta la marca McQueen. Pero como desfile, no tuvo mucho éxito.
La idea central de Seán, nacido en Dublín, fue el resurgimiento del dandy, una palabra de etimología escocesa que denota a un hombre profundamente elegante, aunque quizás demasiado obsesionado con la vanidad personal. El joven diseñador irlandés, por otro lado, interpretó el dandy como un concepto liberador, en el que el acto de vestirse elegante era una expresión de la propia individualidad.
Respetando las raíces de la casa en la sastrería de Savile Row , McGirr comenzó con los más elegantes trajes, fracs, minivestidos y redingotes eduardianos.
Antes de perderse lenta pero seguramente en la ropa de noche: abrigos de piel abullonados que envolvían vestidos lenceros usados con medias de salón del Salvaje Oeste, o un vestido de negligé de encaje que mostraba bragas y sujetador que ni McQueen ni su sucesora Sarah Burton habrían tolerado.
Su vestido de gasa rosa oscuro con volantes o sus combinaciones de satén blanco, rematadas con una nube de tul en los hombros, tenían un cierto aura. Pero a pesar del inteligente reparto y la banda sonora alegre, que incluía The Soft Boys, el ambiente era soso en el final.
Seguir a Lee McQueen o Sarah Burton siempre sería un trabajo monumental. Y hay que reconocerle a McGirr que claramente tiene un buen manejo de los códigos de la casa. Pero los días en que Alexander McQueen era el mejor desfile de moda parecen historia antigua, al igual que las piedras prehistóricas de esta galería.
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