Campaña Otoño-Invierno 2025-26 de Valentino
Para Otoño/Invierno 2025-2026, Valentino inicia una nueva etapa bajo la dirección de Alessandro Michele, marcada no por la reinvención a través del espectáculo, sino por la introspección a través de una contención surrealista. Capturada por Glen Luchford, la campaña proyecta el romance característico de Valentino Garavani bajo una nueva y curiosa luz, desplegándose frente a una heladería en tonos pastel donde la quietud, el recuerdo y la excentricidad se unen en un cuadro de sutil disonancia.
Michele ha sido durante mucho tiempo un maestro de la superposición narrativa, y aquí cambia lo teatral por lo cinematográfico. La puesta en escena es engañosamente estática: el kitsch americano enmarca la escena —letreros de neón, cabinas desgastadas, paredes color caramelo—, pero cada imagen vibra con un subtexto. Un cubo de Rubik yace sin resolver, un caballo espera pacientemente junto a un comensal solitario, y un loro se posa donde uno menos lo espera. Un hombre se inclina sobre un cono derretido como en medio de un soliloquio, y una mujer hace girar un yoyó con calma operística. Cada gesto parece deliberado, cada rareza ganada.
En lugar de impulsar el maximalismo mediante la escala o la ornamentación, Michele se inclina por el maximalismo emocional: la silenciosa acumulación de ánimo, atmósfera y tensión. La perspectiva de Luchford, fija y observacional, permite una inmersión total. La campaña no te apura; espera a que te fijes. Y lo que empiezas a ver es un mundo plasmado en fragmentos narrativos. Nada se explica directamente. Cada fotograma invita a la especulación: ¿Qué acaba de pasar? ¿Qué sigue? ¿Quiénes son estas personas?
El estilismo, como era de esperar, conecta tiempo y lugar con una irreverencia fluida. Una chaqueta barroca de terciopelo se extiende sobre una camiseta universitaria; blusas de seda se combinan con pana a medida; las perlas se fusionan con el punk. Los arquetipos se entremezclan con suavidad, sin ironía: Michele no se burla de las convenciones, sino que las reinterpreta. La alta artesanía de Valentino se mantiene intacta, pero se presenta a través de un filtro críptico: ornamentada pero discreta, glamurosa pero con un toque de sobriedad.
La genialidad reside en las contradicciones. Esta es una campaña sobre la lentitud, lanzada a un mundo acelerado. Exige más de su público: paciencia, curiosidad y un gusto por la ambigüedad. En una época en la que las campañas de moda suelen cortejar al algoritmo con sobreestimulación, la visión de Michele resiste. El mensaje es claro: el silencio puede ser poderoso, y la sutileza, cuando se maneja con precisión, puede ser más provocadora que el ruido.
El comunicado de prensa que lo acompaña se lee como un tratado cultural más que como una propaganda, cuestionando el ritmo del consumo moderno y proponiendo un ritmo diferente de interacción. De esta manera, la campaña funciona no solo como una declaración estética, sino también como una declaración filosófica. Michele ofrece una invitación, no una explicación.
Valentino Otoño Invierno 2025-2026 se centra menos en la ropa y más en los sentimientos que transmite: melancolía, alegría, confusión, nostalgia y asombro, todos suspendidos en un bucle onírico. Y en ese espacio entre la quietud y la historia, Michele nos muestra no solo lo que vemos, sino cómo volver a verlo.
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