En la Alta Costura de
Dior salen las feministas y entran las grandes damas
Es oficial, la revolución feminista ha terminado en
Christian Dior. Después de varias temporadas con desfiles políticamente
significados en el Dior de Maria Grazia Chiuri, este último ha sido una clara
declaración de la Alta Costura clásica, quizás incluso demasiado
La pasada temporada, Chiuri vistió las paredes de su desfile
con pósteres reivindicativos, imágenes de manifestaciones estudiantiles y
gráficos de propaganda agitadora. Incluso cubrió la bandera de Dior de la
Avenue Montaigne con esas mismas imágenes la pasada semana.
Sin embargo, el espacio para este desfile era completamente
blanco, una tienda creada ex profeso para la ocasión en el interior del Museo
Rodin y fabricada a partir de centenares de retales de Alta Costura, una idea
tomada de la reciente muestra sobre Dior en el Louvre, que batió todos los
récords.
No hubo ni un solo eslogan por ninguna parte, ni siquiera en
camisetas. En cambio, hubo una peculiar selección de prendas de lo más
elegantes en sus conjuntos de apertura. Vestidos a media pierna muy arreglados,
chaquetas con pequeñas capas y vestidos perfectamente cortados en crepe en azul
y rosa y terminados con bordados a mano al estilo de los corsés.
La modista italiana también renovó la chaqueta Bar con
mangas murciélago y pequeños volantes. Este desfile contuvo otro mensaje, que
el color nude es el nuevo gris de Christian Dior, pues hubo al menos una
veintena de vestidos en este tono sobre la pasarela.
Se sentía que Chiuri estaba decidida a subrayar que ella
está completamente al mando de su taller. Su nuevo elenco de modelos fue
impecable, cortesía de Michelle Lee, y añadió también una selección de
pendientes con forma de pájaro que aportaban un toque artístico al resultado.
A mitad de camino, Chiuri cambió de marcha y regresó a su
época anterior en Valentino apostando por la imaginería renacentista con al
menos15 propuestas inspiradas en los tapices gobelinos, a destacar los vestidos
con los hombros al aire y los abrigos de cachemira. Estoy seguro de que más de
un invitado comprobó su invitación para asegurarse de que estaba en un desfile
de Dior.
En general, el talón de Aquiles de la colección fue que no
pareció verse nada nuevo, y ese es uno de los elementos esenciales de la Alta
Costura. Se supone que es el laboratorio de la moda, y esta colección parecía
bastante desprovista de cualquier experimentación.
En el final, el elenco caminó enérgicamente sobre la
inestable pasarela al ritmo de Una Sera a Cena, de Ennio Morricone. Una melodía
que, si la memoria no nos falla, la escuchamos al final de un desfile de Hubert
de Givenchy hace ahora unas tres décadas.
En definitiva, un túnel del tiempo de la moda.
Foto-periodista:GONZALO ESGUERRA P.
corresponsal colombia
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