Moschino y sus guiños al cubismo de
Picasso
La invitación ya tendría que habernos puesto sobre aviso:
una gran paleta de pintor con un pincel gigante firmado por Moschino... Para la
temporada primavera/verano 2020, la casa italiana nos sumerge en un viaje
psicodélico a la España de Pablo Picasso, con música ardiente, corridas de
toros y flamenco combinados con la pintura, especialmente la cubista, como hilo
rojo.
Las modelos salen de un enorme marco de cartón piedra dorado
para recorrer, al ritmo constante de las castañuelas, una pasarela inmaculada
como un lienzo en blanco, vestidos con ropa colorida dibujada con grandes
pinceladas, con colores brillantes que salpicaban sus cabellos.
El artista Jeremy Scott comienza tímidamente trazando líneas
inciertas y temblorosas sobre minivestidos, sobre los que dibuja flores
infantiles. Antes de confiarse y entregarse de lleno a formas a veces
delirantes, con una paleta explosiva y volúmenes desproporcionados. Muy pronto,
la vena cubista se deja ver en estilismos con mangas asimétricas de quita y pon
o en mangas gigantes abullonadas, como alas rígidas encajadas en hombros
abombados, normalmente combinadas con faldas globo.
Sobre un vestido negro, uno cree reconocer, pintado con tiza
blanca, un dibujo surrealista a lo Jean Cocteau, que bien podría estar firmado
por Picasso. Sobre trajes sastre de color blanco, una mano hábil dibuja a lápiz
el cuerpo de una mujer cubista.
Aquí y allá se cuelan en los vestidos rostros
desestructurados o manos desproporcionadas, típicas del maestro de la pintura.
Hay muchas referencias a Picasso, desde el arlequín del periodo azul en un mono
de rombos con lentejuelas rosas y azules, hasta el bicornio, pasando por las
cabezas de toro... Sin olvidar las famosas guitarras descompuestas, que
formaban la parte superior de unos minivestidos muy originales.
La vena kitch del diseñador nunca anda lejos. Se observa, en
particular, en un bolso a modo de bote de pintura o en un vestido-marco a
tamaño natural un poco difícil de llevar puesto...
Por no hablar de las múltiples referencias a una España de
postal, donde cabe todo el folclore: el clásico vestido de flamenca rojo con
lunares negros, el traje de luces de los toreros que llega a través de
extravagantes trajes sastre con hombreras y bordes decorados con lentejuelas o
conjuntos de chaqueta y pantalón ciclista rojo con adornos dorados.
La muleta roja del torero se convierte en un vestido casaca
de seda combinado con leotardos azules. La opulencia de la aristocracia
española también está presente en los accesorios, con pulseras con efecto oro
macizo y piedras preciosas incrustadas para llevar de cinco en cinco en cada
brazo, o en hileras de collares dorados impresos en la parte superior oscura de
un vestido principesco.
Como colofón, desfila una novia con velo de tul y vestido
corto drapeado, decorado con un gran lazo y palomas de tela (otra referencia a
Picasso) que avanza, majestuosa al ritmo del aria "el amor es un pájaro
rebelde" de la ópera Carmen de Bizet.
Jeremy Scott firma, como es habitual, una colección fuera de
ritmo, citando a Moschino (y a sí mismo) en el texto, ya que la ex directora
artística Rosella Jardini se inspiró en España en la primavera de 2012,
mientras que el actual director artístico ya había intentado dibujar sobre la
ropa no hace mucho tiempo, en el verano de 2019...
Foto-periodista:GONZALO ESGUERRA P.
corresponsal colombia
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