La austera elegancia espiritual de
Aubazine de Chanel
La modista de Chanel, Virginie Viard, volvió a las raÃces de
la casa en busca de inspiración esta temporada de Alta Costura, antes de que
Coco imaginara que serÃa diseñadora, hasta llegar a su colegio de monjas en el
Macizo Central, en el corazón de la Francia rural.
Aubazine fue un convento donde Mademoiselle Gabrielle Chanel
y sus hermanas comenzaron a estudiar en 1895, en una abadÃa cisterciense
fundada por primera vez en el siglo XI. Aubazine, donde Coco aprendió a coser,
y donde los hábitos negros de las monjas fueron la base del origen de la gran
idea revolucionaria de Chanel: el pequeño vestido negro.
Fundado para niñas pobres y huérfanas por la Congregación
del Sagrado Corazón de MarÃa, tenÃa un régimen austero, con estricta
disciplina. Una disciplina reflejada en el corte exacto de los looks de
apertura: trajes de cuadros puros, casi preciosos, cortados tres pulgadas por
encima de la rodilla y llevados con zapatos simples de charol y calcetines
blancos de colegiala, vestidos con bolsillos de lana gris oscuro con hombros
escapulares o vestidos de pata de gallo en forma de reloj de arena. Lo mejor de
todo, algunos vestidos de forma de trompeta que fluÃan perfectamente en cuadros
audaces que se movÃan mientras las modelos pasaban recordando, a cualquiera a
quien alguna vez le hubieran enseñado las monjas, a la llegada de una hermana
religiosa.
La pasarela fue protagonizada por Gigi Hadid, en su rol de
madre superiora, imponiendo el orden en la escuela de niñas. Es comprensible,
dada su valiente actuación la temporada pasada cuando echó a una intrusa en el
desfile de prêt-à -porter de Chanel. Hadid, sin embargo, era una monja atrevida,
con un vestido largo con cinturón negro con una abertura que revelaba sus
muslos.
También habÃa toques de Manon des Sources, con una antigua
fuente provenzal en funcionamiento, en el centro de un preciso jardÃn del
claustro del convento, en un hermoso decorado donde las modelos marchaban sobre
adoquines que formaban mosaicos con el escudo de armas de la abadÃa compuesto
por la luna, el sol y las estrellas.
Sin embargo, a diferencia del Sagrado Corazón, donde se
viste de negro, la mayorÃa del elenco vestÃa de color crudo, crema o blanco. Se
parecÃan más a los dominicanos, sin disimulos cuando se trata de disciplina,
dado su papel en la Inquisición, con sus largas túnicas blancas.
Incluso el decorado cuadrado estaba delimitado por cientos
de hojas lisas que se secaban como al sol entre las flores silvestres de
Aubazine, perfumadas con un simple jabón de convento.
Viard también jugó con las vidrieras cistercienses de la
capilla de Aubazine, usándolos en un par de trajes espléndidamente impresos.
Los colores de las vidrieras, que se convertirÃan en parte de la estética de
los accesorios de Coco, se ven hoy en el fabricante de bisuterÃa Goossens,
parte de las Métiers dʼArt de Chanel.
La
austeridad de La Pausa
Más tarde en su vida, cuando la moda la convirtió en una
mujer rica, Coco construyó La Pausa, su villa bastante austera en el sur de
Francia. Incorporó una réplica de la gran barandilla de piedra de Aubazine, por
la que descendÃa diariamente a la abadÃa.
“Lo que me gustó de inmediato fue que el jardÃn del claustro
no estaba cultivado. Estaba muy soleado. El lugar me hizo pensar en el verano,
una brisa perfumada con flores. QuerÃa bordados florales como un herbario,
flores delicadas. Lo que me interesó de esta decoración fue la paradoja entre
la sofisticación de la alta costura y la simplicidad de este lugar”, explicó
Viard después de visitar Aubazine y La Pausa.
Quizá no todos los experimentos de sastrerÃa funcionaron,
los bolsillos desplazados ocasionalmente estropeaban la silueta, pero fue
genial ver a una modista tomando algunos riesgos. El trabajo de Viard muestra
una confianza cada vez mayor. Especialmente para la noche, mostrando unos
maravillosos vestidos de encaje y una columna de encaje de guipur, todo
terminado con botines blancos con cordones negros. El desfile culminó con Kaia
Gerber como una postulante que encontró el amor fuera del noviciado, al estilo
“Sonrisas y Lágrimas”, y salÃa para una cita romántica, con un vestido de
encaje ceñido en la cintura rematado con un velo de gasa negro puro.
“También me gustó la idea de los alumnos internos, de la
colegiala, los atuendos que llevaban los niños hace mucho tiempo”, indicó
Virginie Viard.
Aunque, como el Sagrado Corazón, que abrió escuelas para niñas
en toda Europa, esta fue una colección de Alta Costura en gran parte
desprovista de adornos y joyas. En pocas palabras, una expresión purista de
Alta Costura y el homenaje más respetable imaginable al ADN de una casa.
Foto-periodista:GONZALO ESGUERRA P.
corresponsal colombia
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