Chanel juega
con las texturas y el estilo montañero en la pasarela
"Un invierno en
París en el que los opuestos se atraen": así definió Chanel la colección
que reveló este martes en la Semana de la Moda de París, donde recuperó sus
códigos más conocidos, como el blanco y negro o el contraste de texturas, con
un punto montañero.
A falta de pasarela,
pues todos los desfiles de esta edición se celebran de forma virtual por la
pandemia, la firma recurrió a una de las calles más conocidas de la noche
parisina, la Rue Princesse, en el céntrico barrio del Odéon, donde sus modelos
se colaron en una fiesta clandestina en el famoso club privado Castel.
Un guiño nostálgico a
la diversión y a la vida nocturna que en Francia lleva todo un año cancelada
por las restricciones para frenar el coronavirus.
Grabadas por el dúo
holandés Inez & Vinoodh, que ha estado al frente de la fotografía de las
campañas desde la muerte del diseñador Karl Lagerfeld en 2019, las modelos
lucieron trajes de sastrería de corte amplio en "tweed" y anchos
abrigos de corte militar.
La clave de la
colección fue la combinación del "tweed", el tejido de lana calada
típico escocés, con una mezcla de estampados geométricos, aplicaciones
metalizadas y volúmenes.
Una imponente falda tipo "kilt" se lleva con un cardigan pegado al cuerpo y botas de pelo, mientras un abrigo militar, largo hasta los pies, combina con un cortísimo vestido drapeado.
La colección
otoño-invierno 2021/2022 jugó además con los códigos de la casa, la afición por
el esquí -como se vio en las botas, pero también en los suéteres de punto con
motivos nórdicos y los exagerados plumíferos en abrigos- y el binomio blanco y
negro.
En paralelo a la
sensualidad de los trajes masculinos combinados con tops tipo corsé, en encajes
negros y pegados al cuerpo, la marca introdujo vestidos con semitransparencias,
en los que una banda y una falda de lana plisada quedan unidos en un vestido en
tul negro traslúcido, que deja al aire el vientre y los hombros.
El estilismo nocturno
alternó con otros conjuntos mucho más juveniles y con un punto ochentero como
enterizos de bermudas, vestidos de punto estampados o petos efecto acolchado
grabados con el logo de la casa que se convierten en prendas de noche sobre
camisas de encaje.
Destacó también un
enterizo de trabajo negro estampado con flores de camelia, combinado con una
blusa lila y cinturón de cadenas.
Una propuesta más audaz
El blanco y negro,
esenciales en la marca, rellenaron las botas, que se llevaron también en blanco
y puntera negra (el secreto de Coco Chanel para estilizar las piernas y
disimular los pies grandes), pero sobretodo en los estilismos, donde el cuero,
el tul, la lana y la seda sirvieron para crear texturas de aspecto agradable y
opulento.
Algunos toques de tono
tierra, berenjenas, terracota y camel añadieron un punto más cálido a la línea,
en una serie de abrigos metalizados, pero también en unas divertidas chaquetas
de pelo con falda a juego, una forma simpática de reinventar su traje
"tweed".
La diseñadora,
Virginie Viard, que en sus primeras colecciones desde 2019 había apostado por
un Chanel más minimalista, se atrevió en esta ocasión con una propuesta más
audaz y más abundante en joyas y complementos.
El maquillaje -con un
efecto ahumado en los ojos- y los peinados se mantuvieron naturales, con algún
sencillo alisado y ondas surferas, cuando el cabello no iba cubierto por un
gorro de lana en punto elástico.
A falta de
celebridades, la firma contó con cantantes como el coreano G-Dragon, la belga
Angèle, la estadounidense Andra Day y la actriz estadounidense Margaret
Qualley, que participaron en un video previo al desfile, difundido en redes
sociales, añadiendo el punto de glamour que el mundo virtual está dejando
atrás.
La pasarela parisina
cierra este miércoles, tras nueve días de presentaciones, con el desfile
virtual de Louis Vuitton, que mostrará sus propuestas para el próximo
otoño-invierno.
Foto-periodista:GONZALO ESGUERRA P.
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