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miércoles, 15 de mayo de 2024

El desfile Crucero de Gucci en Londres combina "fuerza y delicadeza"

 El desfile Crucero de Gucci en Londres combina "fuerza y delicadeza"




La última vez que Gucci desfiló en Londres lo hizo en la Abadía de Westminster, en 2016, en los primeros días de luna de miel de Alessandro Michele al frente de la marca. Pero esta vez, bajo las órdenes de Sabato De Sarno, el lugar no podría haber sido más diferente. De la abadía, que representa todo lo tradicional de la vida británica, al Tate Modern, donde todo es nuevo, nuevo y más nuevo.


Un telón de fondo adecuado para un acontecimiento que acapara titulares. Y para una marca como Gucci, que acapara titulares. Puede que las ventas de la firma hayan flaqueado últimamente, pero la enseña sigue teniendo el mismo poder de atracción que siempre ha tenido desde los tiempos de Tom Ford.


La primera fila (vestida con una mezcla de conjuntos de las temporadas primavera-verano 2024 y otoño-invierno 2024/2025) lo dejó claro. Dua Lipa con una chaqueta de cuero negra con el logotipo en relieve y pantalones cortos; Kate Moss con un look lencero negro combinado con una abrigo, también negro, que lo hacía mucho más práctico; Lila Moss, con un traje corto a medida en tono amarillo mantequilla; Debbie Harry (a la que también se dio un papel protagonista con la banda sonora del desfile) con unos zapatos de plataforma imposiblemente altos; Salma Hayek con un vestido curvilíneo de satén negro de un solo hombro; Demi Moore (con su perrito) con un vestido lencero semitransparente; Eiza González con el llamativo abrigo de lentejuelas de la temporada otoño-invierno 2024 de la marca y pantalones cortos; Andrew Scott con los logotipos al mínimo (un cinturón con el logotipo de la doble G); Daisy Edgar-Jones con un impecable traje de cuero color caramelo; y Solange Knowles celebrando la transparencia total con un vestido de encaje en tonos de camuflaje.


¿Cuál es la visión de De Sarno para la colección crucero 2025? Habló de "dicotomías: rigor y fuerza extravagante con delicadeza, esencia inglesa con acento italiano... Se alteran los códigos de vestimenta (de pertenencia y corrección) y se utilizan como medio de provocación".


En la práctica, estas palabras se traducen en una colección eminentemente ponible, con suficientes prendas para todas las generaciones, desde la acomodada generación Z, que adoptaba un toque retro, transparencias, adornos, minivestidos y un toque relajado, hasta los calmados (o no tan calmados) "baby boomers", que optaban por chaquetas cuadradas, blusas vaporosas, pantalones ajustados o faldas estrechas.


La silueta general era amplia y espaciosa (abrigos y chaquetas holgados para el tiempo cálido, vaqueros anchos, blusones retro y vestidos fluidos plisados que no parecían de alfombra roja), o pulcra y cuadrada (con la chaqueta como prenda clave). La mayor parte de la colección se presentó en refrescantes tonos sorbete combinados con los colores neutros de Gucci.





En cuanto a los estampados, todo giraba en torno a las flores de manzanilla o los cuadros. Los motivos florales se presentaron en forma de bordados, estampados, apliques o tejidos en abrigos y chaquetas, vestidos, vaqueros y mucho más.


Los cuadros ofrecían un sorprendente estallido de movimiento y brillo. El día se transformó en noche con una gabardina técnica de cuadros súper nítidos contrastaba con las lentejuelas y los flecos, intrincadamente ensambladas para formar el mismo cuadro.


Los accesorios, por su parte, estaban dominados por bolsos gigantes al hombro (parecía que se habían comido la tarta que hacía crecer a Alicia en 'Alicia en el país de las maravillas'), o por el bolso Blondie de los años 70 y por los shoppers de gran tamaño. Los zapatos eran todos planos, desde bailarinas a creepers.


Entonces, ¿por qué se presentó todo esto en Londres, y más concretamente en la Tate Modern? Al fin y al cabo, no es un lugar sorprendente (como lo fue la Abadía), ya se han celebrado allí desfiles de Topshop y Christopher Kane. Pero Gucci tiene una asociación cultural con el Tate para impulsar a los jóvenes creativos. Además, es evidente que los lugares más modernistas y menos opulentos están de moda actualmente.





Pero también era un maravilloso telón de fondo para mostrar los contrastes con los que Sabato De Sarno estaba trabajando para la colección, con el hormigón en bruto de la Sala de Turbinas decorada para la ocasión con vegetación viva.


¿Y Londres? De Sarno decía en las notas del desfile: "Le debo mucho a esta ciudad. Me ha acogido y escuchado. Lo mismo puede decirse de Gucci, cuyo fundador se inspiró en su experiencia allí".


También habló de "su fuerza motriz creativa y capacidad ilimitada para juntar contrastes, hacerlos conversar y encontrar formas de coexistir". Y esa afirmación también servía para resumir la colección. Así que qué más puede decir un londinense que "muy bien, Sabato".


Foto-periodista:GONZALO ESGUERRA P.

corresponsal Colombia
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