El viche y el Pacífico
se respetan
Tumbacatre, arrechón o curado. El viche tiene historia, tiene poderes. En
el destilado de caña más fino del Pacífico hay una lucha por el territorio.
Por desconocimiento o por avaricia, un empresario entuteló
la distribución del viche artesanal en el Petronio Álvarez. Pero el viche y el
Pacífico se hicieron respetar.
Cada tanto vuelve y se repite la historia. Un ciudadano
caleño, representante de la empresa Viche del Pacífico SAS, entuteló a la
Secretaría de salud de Cali y al Invima porque, según él, los destilados del
Pacífico que se venderán en la próxima edición del Festival Petronio Álvarez no
tienen los controles suficientes para ser distribuidos. Como pasó con la chicha
en Bogotá, o con el Pulque en México, los intereses industriales quisieron
pasar por encima del conocimiento y de los usos tradicionales de la gente.
Aunque esta vez, por suerte, parece que el tiro le salió por la culata al
demandante.
Por ahora, está claro que el Petronio 2018 (del 15 al 20 de
agosto) ofrecerá, como siempre, un corrinche serio: con viche, tumbacatre,
arrechón y crema de viche elaborados artesanalmente por quienes heredaron la
fórmula. Pero la tutela que puso el representante de Viche del Pacífico (porque
sus productos no fueron aceptados para ser vendidos en el festival), aunque
pueda parecer una simple estrategia jurídica, fue un ataque directo a las
comunidades negras, y en especial a las mujeres. Además de un choque de
pensamientos entre la burocracia empresarial y el conocimiento colectivo.
El viche no es una bebida alcohólica cualquiera como el
aguardiente. No en vano, el uno hace parte de un monopolio licorero controlado
por el estado y al otro le dedican canciones; su uso apela a otras dimensiones
de la vida, como la tradición, la religiosidad, la historia afro y la
espiritualidad.
Por eso, para hablar de su producción y distribución hay que
hacer un estudio más acucioso. En el Pacífico, como es bien sabido y como quedó
registrado en el informe del ICANH (Instituto Colombiano de Antropología e
Historia), La ruta del viche, su consumo está presente en diversos escenarios y
situaciones, como rituales, fiestas patronales velorios o alumbrados (eventos
religiosos donde se alumbra a los santos de su devoción). También tiene usos
medicinales, a través de la ingesta de la bebida en botellas “curadas” con
plantas.
Por ejemplo, como menciona el documento, en la zona de
Cisneros, Córdoba o Triana, un velorio puede convocar a toda la comunidad.
Allí, las cantadoras, que acompañan la procesión junto al difunto, reclaman el
viche para poder desvelarse y cantar sus lamentos hasta el día siguiente.
Las actividades relacionadas con el cultivo y la
transformación de la caña con la que se produce el viche son lideradas por las
mujeres. “La cadena de producción y comercialización está claramente en sus
manos y son ellas quienes juegan un papel principal en la transmisión del
oficio”.
Aunque la producción y consumo de la bebida se extiende por
el Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño, incluso en zonas urbanas como Cali,
la elaboración de la bebida es hoy por hoy una forma de llevar encima el
territorio luego de haber tenido que migrar por culpa de la violencia, o la difícil
situación del Pacífico.
El viche está siendo repensado y revalorado por productores
y consumidores como algo tradicional, auténtico y autóctono. Y resignificar una
bebida como el viche, tratarla como “tradicional o ancestral”, es una respuesta
a la estigmatización y a una proscripción muchas veces violenta que se ha
ceñido sobre las comunidades productoras y consumidoras. Para eso es el mercado
gastronómico paralelo del festival Petronio Álvarez.
La vuelta de tuerca que tuvo el caso de la tutela fue que,
como afirmó en su cuenta de Facebook la cantante y productora de viche Nidia
Gongora, al demandante “le va tocar amarrar su canoa prestada en otro
arrimadero”. Porque aquí no fue.
Después de la interposición de la tutela, la Superindustria
inició el "proceso de cancelación por vulgarización del registro marcario
VICHE DEL PACÍFICO". Es decir, puede que el productor termine teniendo que
devolver el nombre que tomó prestado para comercializar su producto. Y también
puede que sea el comienzo del reconocimiento del viche como patrimonio
cultural, que se blinde con la denominación de origen y que las diferentes
técnicas locales de su receta se mantengan como motivo de orgullo para los
habitantes y los hijos Pacífico.
Hay que recordar, claro, que el viche no es la única bebida
tradicional víctima del estigma y de los turbios intentos “legales” por ser
industrializada, prohibida o monopolizada por unos pocos. El mapa de bebidas
tradicionales en el país es más amplio. Incluye el chapil en Nariño, el
tapetusa en Caldas y Antioquia; y el ron montuno conocido como ñeque, elaborado
en los departamentos de Sucre y Córdoba.
Foto-periodista:GONZALO ESGUERRA P.
corresponsal colombia
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